La cultura cristiana ‘criminaliza’ el deseo carnal o la líbido con una carga moral de gran peso, a la vez que los psiquiatras desde su idea de trastorno mental
Así pues los ‘vicios’ y ‘pecados lujuriosos’ se convierten en trastornos y desviaciones sexuales
Como consecuencia se ha conseguido generar un pseudoconcepto de sexo que nada tiene que ver con su episteme, enmascarado de un ‘vicio moral’ Esta trama consistió en sustituir la nomenclatura de lujuria o instinto copulatorio por la nomenclatura sexual, generando así una distracción del concepto real de sexo y las claves para los sexos (hombres y mujeres)